YA SE FUE LA REINA
Te vi con esas lagrimas que manchaban
todos los abrazos que nos dimos sin miedo
en la puerta de Jerez, esa noche que te vi
en el hospital por primera vez.
Quien podría saber que guardabas
un secreto, quien podría saber
que era una enfermedad al nacer tu peor
sentimiento.
Hablábamos cuando en su habitación apareció
un médico, tanto miedo concentrado que siempre
fue una esperanza la que quebraba en silencio,
y una enfermedad la apartó del camino en un momento.
Esos padres ahogados en el dolor, que sufrimiento
por Dios, para que quiero esta vida si no tengo
a mi lado el único sueño, como voy a cumplir
su deseo y su ilusión de estar a su lado
mientras ve a la abuela vestida de novia a sus 70 años.
Yo supe que te perdía, y ni siquiera un adiós,
fue un momento amargo que culminaste en secreto,
y después de bellos momentos se fue la reina,
¡Ay mi reina! decía su abuelo y su tío.
Uno de los recuerdos que sigo agradeciendo
es cuando bese el manto de esa Virgen
en sufrimiento, la miré a los ojos y con una vela,
la misma que le puse a Elena.
Madre mía, gracias, gracias, por concederme
la oportunidad de tocar su cara en su último día.
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