En la noche y con sus besos,
cantó el arte y la alegría,
en tu cunita el Señor no se
equivocó cuando imploraba
en su oración que tu ternura
más bella era su valentía.
En sus ojos siempre hay ilusión,
el fruto de la redención, y su
carita tan flamante,
que ya es la Reina de la Tierra.
¡Candela! - ya tu imagen
han grabado todos los Santos,
y hasta la luna en su aposento
se encuentra llorando.
¡Ay mi niña! - que es esperada
y aguardada en la gloria.
Y como padre he revivido
mis sueños en tus brazos de muñeca,
y ahora siempre te tendré,
mi amor creciendo en tu anochecer
y amaneciendo en tu sonrisa.
Contigo he aprendido que
el delirio y el entusiasmo forman
parte del hombre y de la mujer,
de tu vida encendida e inspirada.
¡Ay Candela! que hasta las estrellas
bailaban cuando tus ángeles
en silencio te paseaban.
Y si el resplandor por tu ventana
apareció, fue para cantarte lo que
"te quiero" en esta bella canción.
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