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Tú chiquita mía,
siéntate a mi lado.
Te voy a decir
quien es la mafia,
porque tu tio se a enfrentado
a ellos.
Esto que te voy a decir
es un mal trago,
¡Ay Lorena de mi vida!
ya con cuatro años valentía
demuestras a tu manera,
y aunque tu manera es inocente,
con tu forma de entenderme
me sorprendes cada día más.
Escúchame vida mía,
déjate de carnavales,
ni siquiera vayas a concursos,
porque no vas a ganar.
Porque tu tio que lo sabe,
y conoce la realidad,
en más de una ocasión
le han puesto la pluma
en la calle por tan sólo decir
la verdad.
Y que del cielo no te hablen,
porque estamos en el infierno,
los buenos desaparecen pronto,
los bichos malos si se quedarán.
Pero tú sé valiente,
tus padres algún día también
se irán,
pero tú aléjate del que no te mire
de frente.
Tú chiquita mía,
déjate de carnavales.
La verdad no se puede decir,
así que cállate mejor,
porque para decir embustes
ya están los programas de televisión.
Porque el sabio más popular,
es el que desapercibido va
y se arrastra sin piedad.
Además el ser humano
conoce la mentira,
por eso se sorprende al escuchar
mi verdad.
Tú chiquita mía,
déjate de carnavales.
No es libertad, es injusticia
la que me ha llevado cada año
a dejar de escribir,
aun más sabiendo que la sociedad
tiene poca solución.
Y cuidadito quien se acerca
a tu ventana,
porque ni con letras ni con
sonrisas he tratado de convencer
a nadie.
Y esto es un mal trago
para un autor que lleva siete años
con su fiel y celestial forma de escribir.
Pero si quieres un premio
o el agrado de cierto sector
miserable de esta hipócrita
sociedad,
tan corta te tienes que quedar,
que sólo cuando nombres al poder,
piensa que todos somos hijos
de Dios.
Y aunque te saquen el cuchillo
y juntito al cuello te lo pongan
sin mera condición,
tú cállate, mira hacia abajo,
que en el cielo los divinos
nos cuentan que lo tendrán
que pagar.
Venga hombre, venga ya,
a esta sociedad no copies
ni la primera letra,
entre chismosas,
cínicos y maldad,
ya no sabes quien dice la verdad.
Y si las letras de tu tio,
te las hacen recordar,
tú piensa, sobrina mía,
que sólo eran letras para salvar
a tanto divino de ser caído
en el infierno de esta cruel sociedad...
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